El presidente del Grupo Siemens en España, Eduardo Montes, recordó la situación a su juicio “muy preocupante” en que se encuentra el nivel de competitividad de España. Entre los 15 países que formaban la Unión Europea antes de la Ampliación, España se sitúa en el puesto número 13 (a unos niveles muy similares a los de Estonia, Lituania y Polonia). Este hecho, considerado en el marco de un mundo cambiante, ha de conducir a un cambio en la gestión de las empresas. Un cambio que depende básicamente de los directivos ya que son ellos, mucho más que las políticas corporativas, los que definen la gestión de una compañía.
Uno de los elementos que aportan competitividad es –según dijo Montes- la innovación, que precisa de tres factores: “base tecnológica, factibilidad económica y mercado”. Por esto, “no se puede confundir la innovación con el I+D, que es sólo una tercera parte”. Además, el gasto en I+D “ya no es tan importante porque la mayoría de la información ya está en Internet; lo importante es convertir esta información en conocimiento y este conocimiento en puntos del PIB. Esto es lo que diferencia las grandes economías de Alemania, Japón o Estados Unidos de la española”.
Eduardo Montes considera que el caso de España es curioso. A pesar de ser la octava economía del mundo, es poco competitiva. Por esto afirmó que “la situación de partida es muy buena, pero existe un problema casi cultural. Aquí para que algo funcione se recurre al subsidio, a subvenciones. Hay que evolucionar a una mentalidad de mayor asunción de riesgos.”
Desde una perspectiva global, Montes habló de los cambios que sufre el mundo, que se están vehiculando a través de la introducción de las nuevas tecnologías. Internet ha posibilitado el acceso masivo a una gran cantidad de información. “Nunca antes habíamos tenido tanta cantidad de elementos para ser autosuficientes”, afirmó. A partir de aquí, Eduardo Montes deduce que la persona tendrá un papel cada vez más importante en la sociedad y en las organizaciones.
Para el presidente del Grupo Siemens en España, la centralidad de la persona sumada a la progresiva disminución de los ciclos de vida de los productos y la imprevisibilidad del entorno macroeconómico hará que se invierta el proceso de estructuración de las compañías. En vez de establecer una planificación que cristalizará en un organigrama, según el cual se asignarán funciones a los distintos empleados, “cada vez será más frecuente considerar de qué personas se dispone y a partir de aquí diseñar la estructura de la empresa”. Finalmente, la planificación estratégica servirá para “contentar al consejo de administración, para demostrar que lo estás haciendo bien” y se hará “a posteriori”.
En esta misma línea, Montes piensa que todos los integrantes de una compañía han de ser líderes, que definió como personas con “claridad de ideas, capacidad de crear marcos de referencia donde las personas son capaces de automotivarse y con coherencia, que son un ejemplo constante”.
Finalmente, Eduardo Montes, que es también presidente del Club de Excelencia en Sostenibilidad, incidió en la necesidad de las empresas de ser sostenibles. “Han de serlo en tres campos: sostenibilidad económico-financiera, sostenibilidad medioambiental y responsabilidad corporativa –que incluye la ética, el buen gobierno y la acción social.” Montes citó ejemplos de grandes corporaciones que por no respetar su entorno han recibido sanciones tan importantes que han puesto en peligro la misma continuidad de la empresa. De hecho, los propios mercados financieros premian a las empresas que tienen unos estándares en sostenibilidad. Para Montes la lección está clara: “No es una cuestión de altruismo, es sobre todo buscar ventajas competitivas”.