Actualmente, Vueling es la tercera línea por tráfico en el aeropuerto de Barcelona y la novena en el de Madrid. Además, en una reciente encuesta de la Oficina del Consumidor europeo, es la primera compañía aérea española en el ranking de entre 110 de todo el mundo, situada en el puesto 23. La siguiente, Air Europa, está en el 86. Desde su salida a bolsa hace dos meses, sus acciones se han revalorizado pasando el precio de 30 euros a 43 euros. De tener dos aviones, seis rutas y seis destinos en 2004 se ha llegado a 25 aparatos, 28 destinos y 50 rutas actualmente. Su futuro está en sumar en el exterior otra base a las existentes en Barcelona y Madrid. En el desayuno de trabajo de CEDE, el presidente de Vueling, José Miguel Abad, anunció que en próximos días se dará a conocer la ciudad de esa nueva base.
Con las cifras citadas en la mano, Abad indicó que lo que quieren demostrar es que es posible una tercera vía de línea aérea, situada entre las convencionales y las conocidas como ‘low cost’, denominación que Abad rechaza por destilar sensación de empresa que dedica pocos gastos a su calidad y servicio.
El cliente siempre primero
Vueling quiere mostrar cómo la calidad y el servicio, junto con precios competitivos, son rentables en el mercado turístico y también en el de viajes de negocios. La calidad, dijo el presidente de Vueling, empieza en la misma flota de aviones hasta llegar al cliente final. Abad afirmó que son la única compañía de precios “lógicos” que tiene aviones nuevos. Ello reduce el gasto en combustible y aumenta el buen servicio a los viajeros. El mantenimiento de la flota corre a cargo de, como remarcó José Miguel Abad, dos “caras” y por ello solventes empresas como Lufthansa Technics y SwissAir Technics.
La otra premisa de la calidad está en el servicio y la relación directa, transparente y amable con los clientes. En este sentido, el 90% de los billetes de Vueling se venden por Internet, con opciones para que el cliente pueda elegir su asiento. Ello, además de eliminar gastos, evita el overbooking y la sobreventa legal permitida, algo que la compañía tiene prohibido que se aplique. A ese aspecto se le suma la flexibilidad para cambios. Se puede cambiar, por ejemplo, de titular del billete pagando una pequeña tasa. Otro aspecto para la calidad en el servicio es que los vuelos son punto a punto en aeropuertos de cabecera tanto en origen como en destino.
Los únicos temas críticos de la gestión provienen de factores externos. Por un lado, desde la empresa se puede paliar pero no actuar contra las consecuencias del precio del crudo. Por el otro lado, las concesiones de ‘slots’ dependen de procesos administrativos largos, con lo que la inversión en, por ejemplo, el aumento de la flota se debe decidir a oscuras sin saber el resultado final de las citadas concesiones. Además, está la relación con los proveedores públicos de las zonas aeroportuarias. Sobre este tema, el presidente de Vueling afirmó que AENA trabaja con eficiencia con las reglas de juego que le dan, por lo que lo que debe modificarse son precisamente esas reglas de juego.
A vueltas con la equiparación a las ‘low cost’, Abad negó que Vueling haya recibido ninguna subvención pública porque están en contra de las subvenciones públicas, ya que desnaturalizan el mercado y se crean opacidades en el precio de los billetes. El presidente de Vueling afirmó que se puede entender que en ciertas zonas geográficas los poderes públicos apuesten por acercar líneas de bajo coste para promocionar su territorio, pero ello les hace esclavos de las empresas que se instalan.