Ayudar a los demás resulta beneficioso, pero también hay que saber poner límites, según Fast Company. Tomando como punto de partida los estudios del psicólogo organizacional Adam Grant, recuerda que las personas que tienen éxito con su voluntad de echar una mano a las demás son buenas en el arte de la productividad generosa, lo que supone escoger bien a quién ayudar y cuándo hacerlo, mientras que las que prestan su apoyo a todo el mundo con una actitud excesivamente desinteresada pueden acabar quemándose.