El autocuidado tiene enemigos poderosos: la presión, el estrés, la incertidumbre, el miedo o la ansiedad. Definen con bastante precisión gran parte de la vida cotidiana de directivos y, en general, de muchos puestos de cierta responsabilidad en las empresas.
Sobre todo, en épocas de incertidumbre —incapacidad para predecir resultados— y complejidad en los mercados, la palabra crítica es “presión”. Presión por llegar a unos objetivos inciertos, cambiantes y que, con el tiempo, se pueden volver imposibles. Presión por luchar contra factores externos e internos difíciles de predecir o planificar en contextos donde justo cuando acabas de hacer la planificación se incumplen.