jueves 8 de julio del 2021
Aunque las teorías sobre el desarrollo del negocio han evolucionado mucho, el equipo sigue siendo una variable inamovible para el éxito de una empresa. El equipo tiene distintos prismas. La mayoría de ellos deben cumplirse para facilitar positivamente la evolución de las organizaciones.


Los clásicos para el éxito del negocio implican a toda la cadena de valor: desde el modelo de negocio, pasando por el ecosistema de relaciones, los procesos, el portfolio, la relación con el cliente y el servicio posventa. Transversalmente, cabe definir bien la estrategia, tener al cliente siempre en el centro, disponer de un buen sistema de operaciones y, ahora sí, indiscutiblemente, un equipo dispuesto a darlo todo para cada área de la organización.

Lo importante es tener claro que el equipo es la base del éxito. En todos los proyectos de emprendimiento e innovación, la frase siempre es que el 70% del éxito depende del equipo. Por muy buenas ideas que haya, será difícil llegar al éxito si el equipo no está equilibrado para conseguir el cometido marcado.

En una organización, ese equipo debe integrar distintos prismas. Tiene que ser un equipo cohesionado. La cohesión pasa por disponer de una lectura común de la organización, a nivel estratégico y de procedimientos. A su vez, pasa también por la potenciación de los reconocimientos mutuos, y de los marcajes adecuados y positivos para corregir desviaciones.

También debe ser un equipo distribuido. Deben haber distintos nodos con capacidades similares y complementarias. Ello permite incidir en los distintos puntos de la organización, e interconectar procesos para objetivos positivos.

Dicha distribución pasa por un necesario modelo de equipo de T invertida, o multidisciplinar. La T invertida implica a personas con distintas capacidades -la línea horizontal de la T- pero con una especialización destacada para potenciar a la organización -la línea vertical de la T. Así, la organización dispone de distintas especializaciones, pero con comodines factibles para integrarse en otras funciones cuando sea de menester.

Eso está vinculado con el concepto de equipo con distintas capacidades. Aunque aquí el concepto va más allá de los conocimientos técnicos. Las distintas capacidades significa que debe haber una combinación de personas ejecutivas con personas con dotes de inteligencia emocional para facilitar la cohesión de grupo que hablábamos anteriormente.

Ello implica que el equipo debe incorporar personas tractoras, influencers y followers. Las personas tractoras son aquellas que conducen al equipo. Son los líderes de cada departamento, o los líderes escondidos dentro de la propia organización. Los influencers son personas más inspiradoras. A veces coinciden con el liderazgo, pero no necesariamente debe ser así. Los followers son las personas que no quieren destacar a nivel de liderazgo o influencia, pero que gustan disponer de referentes para ratificar y validar sus acciones.

En cierto modo, acabamos de dar voz al concepto de equipo de alto rendimiento: personas multifuncionales, complementarias, con cohesión y capacidad de activar proyectos con altos resultados de forma conjunta.

Las organizaciones actuales se mueven hacia dicha tipología de equipo. Posiblemente eso es lo que ha cambiado en relación a organizaciones más clásicas con equipos estancos. Pero, siempre, y eso se mantiene, el equipo ha sido la base para cualquier éxito.