miércoles 14 de julio del 2021
Las organizaciones pueden ir rápidas sin romper con la calidad de la oferta. Aquí es cuando la rapidez está relacionada con la detección de cambios. Una vez detectado, también es necesaria una disciplina en la ejecución para activar las soluciones.


La rapidez es el último paso una vez iniciada la aceleración. Activar la palanca de la aceleración en las organizaciones es un mecanismo necesario cuando se está en un mercado altamente competitivo. Ello nada debe tener que ver con las prisas. Acelerar, ser rápido y sin prisas para integrar soluciones adecuadas.

¿Cómo debe acelerar la empresa? El primer objetivo es conocer lo que hay alrededor. Saber si los clientes tienen lo que necesitan es un primer ámbito. Observar a la competencia es otra necesidad. Saber las tendencias que se avecinan es otro elemento a tener en cuenta. Aquí se pueden conseguir muchos logros al facilitar el ser primeros en campos que vienen para quedarse.

Una vez conocido el alrededor, con metodologías adecuadas para priorizar lo más necesario para nuestra organización, es el momento para dar empezar a acelerar la acción. Aquí cabe un plan basado en definir los objetivos y resultados esperados, los hitos y la metodología para conseguir cada hito.

Con ese plan podemos, entonces, encontrar quién es necesario en cada fase para, ahora sí, ir más rápido de lo normal. Es evidente que la empresa no sabe hacer todo lo que se necesita en ese proceso. El gran reto está, pues, en hacerlo con un ecosistema activo interno y externo.

Para ello es clave disponer de un buen mapa de activos necesarios en el ecosistema de la empresa. Con ese mapa es posible detectar con claridad aquellos participarán en el proceso. Como nos basamos en que cada activo participante, sea interno o externo, sabe mucho de lo suyo, la aceleración está casi asegurada.

El ‘casi’ será completo si se actúa con una metodología precisa y clara. Por lo tanto, otro de los elementos de la aceleración es la forma en que se ejecuta el plan de acción citado. Y aquí recuperamos los conceptos ya conocidos de metodologías ágiles, ‘lean’, basadas en la prueba error y con los ojos puestos siempre en el cliente.

La metodología ágil es aquella propia de las startups. Al ser pequeñas en tamaño pero grandes en ambiciones, siempre piensan en probar el producto y en innovarlo para mejorar su implementación en el mercado.

Esa realidad las hace ser ágiles por naturaleza. Por lo tanto, una organización que quiere acelerar su proceso tal y como lo hemos expuesto, debe integrar pequeñas startups dentro de los equipos o asociarse con ellas -del mapa de ecosistema- para hacer juntos el trabajo.

Lo que está claro es que acelerar en las organizaciones debe ser un aspecto integrado en la estrategia. Cabe estar siempre atento para, cuando sea el momento, activar la aceleración.