La publicidad inclusiva responde a la creciente demanda de equidad y justicia social, así como a generar campañas más cercanas con los consumidores.
Esta tipología de marketing busca representar a todas las personas, independientemente de su género, etnia, orientación sexual, edad o habilidades físicas y cognitivas. En lugar de perpetuar estereotipos o ignorar a ciertos grupos, la publicidad inclusiva incorpora la diversidad para generar una identificación más fuerte y efectiva con el público.
Algunos ejemplos de publicidad inclusiva pueden incluir campañas que desafíen los roles de género tradicionales, mostrando a hombres y mujeres en acciones fuera de su estereotipo. También a personas de diversidad étnica y cultural, sin sobreactuar con ello. O aquellas que visibilizan a la comunidad LGTBIQ+ de manera natural y respetuosa.
Según un estudio reciente de Trend Watching, la publicidad inclusiva no solo es una cuestión de responsabilidad social, sino que también impulsa directamente los resultados financieros, con un incremento del 16% en ventas para las empresas que la adoptan.
Como exigencia del mercado, las nuevas generaciones de consumidores, especialmente los millennials y la generación Z, demandan que las marcas no solo les ofrezcan productos o servicios, sino que también sean coherentes con sus valores.
Estos consumidores están cada vez más comprometidos con causas sociales y esperan que las empresas a las que acuden hagan lo mismo. De hecho, según diversos estudios, más del 70% de los consumidores prefieren marcas que reflejen sus valores, y el 52% de ellos afirma haber tomado decisiones de compra basándose en la inclusión y diversidad que perciben en las campañas publicitarias.
Además, la globalización y la creciente digitalización han permitido que las marcas lleguen a audiencias de todo el mundo, lo que ha hecho aún más evidente la necesidad de recurrir a la diversidad.
En todo este contexto, la publicidad inclusiva puede ser una oportunidad de liderazgo empresarial. Además de posicionar a una marca como referente en responsabilidad social y, al mismo tiempo, generar beneficios tangibles a nivel económico y de reputación, cabe también una actuación interna en la empresa.
En este sentido, es recomendable un compromiso de la empresa que se refleje, además de en los anuncios, también en la cultura de la compañía. Ello implica actuar de forma inclusiva con los empleados y proveedores mediante valores y procesos coherentes. La transparencia y la autenticidad serán claves para ganarse la confianza de un público cada vez más informado y exigente.
De cara al futuro, es probable que la publicidad inclusiva se convierta en la norma, más que en la excepción. La creciente demanda de los consumidores por marcas que reflejen sus valores, junto con los beneficios económicos demostrados, pueden apuntar a una consolidación. Es una oportunidad para conectar de mejora manera con los consumidores y con los propios trabajadores.