La concentración es nuestro único recurso (escaso, pero poderoso) para trabajar en entornos donde se requiere pensar. Y preocúpate si te pagan “para no pensar”, como me dijo un día un empleado en una fábrica. Cuando esto ocurra seremos, tarde o temprano, prescindibles. Pensar y saber concentrarse nos prepara para un mercado laboral cada vez más exigente. Y, como premio, nuestra calidad de vida será superior.
Leer artículo de opinión de Javier García, editor de Sintetia