De diversificar negocio a crear alianzas

jueves 12 de octubre del 2023
Definitivamente, el desarrollo de negocio de las empresas se ha abierto para incorporar soluciones a partir de colaboraciones externas. El ecosistema abierto es una realidad. Aquí, la relación con las startups desde las empresas ha pasado de invertir para diversificar a invertir para integrar.


El emprendimiento corporativo está cada vez más vinculado a encontrar soluciones que a ampliar o testar nuevos mercados. Cuando las startups empezaron a consolidarse como nuevos actores, las grandes corporaciones generaron fondos para buscar en ellas oportunidades en la diversificación de sus negocios. Ahora, la competitividad es tan extrema, que lo que se busca es talento y tecnología fuera para integrarla en los procesos internos.

De hecho, muchas corporaciones han creado sus propios espacios de Corporate Venture para acelerar los procesos de detección y activación de soluciones con externos. La innovación abierta es casi una ‘commodity’ en esas empresas. Y, es más, ello también aplica a muchas Pymes. Hay ya programas públicos en España, por ejemplo, que potencian la generación de prototipos y pruebas de conceptos de startups en pymes.

En el fondo, la inversión en startups es, en sí, un elemento de mejora de la rentabilidad financiera. Prefieren destinar dinero en algo que ya funciona y que está en el mercado, que invertir en desarrollo propio desde cero.

Además, las startups van más deprisa en saber lo que quiere el mercado. Captan las tendencias de demanda, y aplican las tendencias tecnológicas punta para solventar los problemas detectados. En el momento en que esa solución se ajusta a los objetivos estratégicos de una empresa, es cuando esa empresa activa la inversión en la startup.

En ese entorno, la startup ofrece nuevas perspectivas, y nuevos formatos de actividad. Evidentemente, hay una brecha entre su dinámica y la de la empresa que ha invertido. Aquí la clave radica en saber adaptar los lenguajes de ambas partes hacia el equilibrio. Aunque a veces parezca complejo, si desde el inicio quedan claras las reglas de juego, incluidos los costes y beneficios que cada uno se lleva, el camino es más fácil.

Lo cierto es que la startup recibe capital y un excelente paraguas para validar el producto en un mercado más accesible que si la startup va sola. El acceso a recursos y a red, de proveedores y de clientes, que se le ofrece es muy elevado.

En contrapartida, la empresa tiene la oportunidad de acercarse a un entorno cambiante desde la perspectiva ágil y flexible de una startup. Ello es impagable ante, como decíamos, el entorno cambiante existente.

El reto que queda por potenciar es la relación de las startups, con ese talento y tecnologías disponibles que ofrecen, con el sector público. Hay muchas organizaciones públicas que apuestan por colaborar, más que invertir, con startups para solventar sus procesos y necesidades no cubiertas con sus clientes -la ciudadanía, los usuarios de transporte público, los estudiantes, los pacientes,…- .

Muchas veces se encuentran con el freno de que se dispone de poco presupuesto para cubrir esa colaboración, o que la regulación genera frenos para activar dicha colaboración. Hay un trabajo latente y activado para superar esas dificultades. Ya existen colaboraciones. Son los pasos necesarios para consolidar esa relación.