El concepto de pilotos en las empresas

miércoles 22 de septiembre del 2021
Testar las ideas antes de generar el producto es una práctica común en el emprendimiento. Son los pilotos. Muchas empresas consolidadas lo han incorporado en su proceso. Probar para mitigar los errores futuros.


Un piloto es un experimento sencillo, simple y controlado para saber si es bueno avanzar en una idea de producto o servicio. Las startups hacen pilotos constantemente. Muchas empresas con recorrido lo han integrado en su forma de actuar para evitar que esas startups se coman su terreno. Y hasta lo hacen con esas mismas startups.

El concepto del piloto tiene tres grandes ventajas al hacerlo. La primera es que permite saber si el producto o servicio funciona: se pueden detectar errores, se pueden enmendar para volverlos a probar y se puede modificar el producto o servicio final.

La segunda ventaja es que da pistas muy claras sobre si realmente hay mercado para ese producto o servicio. Cualquier atisbo de indiferencia en el piloto es significativo para cambiar los fundamentos de la idea. La tercera ventaja, y la más importante, es que generará información muy valiosa -los ‘insights’- para captar el modelo de negocio necesario para el éxito del proyecto.

Todo ello, evidentemente, se consigue si se define e implementa adecuadamente el piloto. El primer paso necesario es disponer de una descripción clara de las especificaciones del producto o servicio. Qué problema soluciona y a quién se lo soluciona, por qué lo utilizarán los usuarios y qué debe disponer la oferta que se realice.

A partir de aquí, se debe buscar al mercado. A quienes tienen el problema que debe solucionar el producto. Este es el paso más importante. Aquí es donde es bueno disponer de distintos potenciales mercados. Esa es la forma para poder determinar dónde encaja más el producto o servicio.

Una vez tenemos las especificaciones y el mercado, debemos lanzar ese prototipo. Aquí no nos paramos a explicar las técnicas para realizar prototipos. Sería para otro artículo. Dicho esto, al lanzar el prototipo es cuando se empieza a detectar lo que el cliente quiere o no quiere.

En este punto es donde normalmente se visualiza la diferencia entre una empresa emprendedora y una empresa que no lo es. La primera tiene agilidad y rapidez para modificar el prototipo las veces que sea necesario ante las respuestas de los clientes que lo prueban. Las segundas son las que, posiblemente, lo han prediseñado todo y son esclavas de los costes destinados a esa actuación sin haber tenido en cuenta a los clientes.

Porque, la realidad de los pilotos es que, siempre, se debe trabajar con el cliente final. De hecho, eso es lo que lo convierte en un experimento controlado. Y es lo que determina si vale la pena entrar o no a escena a gran escala.