Un equipo alineado es aquél que comparte una visión y unos objetivos. A su vez, también comparte un proceso de implementación, con variantes mínimas que pueden ser expuestas por el mismo equipo. Finalmente, el equipo alineado también lo es cuando todos los miembros saben cuál es su rol y lo asumen con naturalidad.
Llegar hasta aquí no es fácil, pero es posible si se consigue poner el marco necesario para activar lo que se debe compartir: visión, objetivos, proceso y gestión emocional del talento para que asuma sus respectivos roles.
Antes de concretar más el cómo construir ese marco, es interesante añadir otra variable propia de las características del mercado actual de talento. Nos referimos a la diversidad. En estos momentos coinciden en las organizaciones distintas generaciones. Hay generaciones que se han digitalizado. Otras que han nacido al inicio de la digitalización. Otras que están doscientos por cien digitalizadas.
En este magma están los millennials que empiezan a ocupar cargos directivos, los pre-millennials que ya han asumido cargos de decisión, y los baby-boomers que siguen un recorrido natural y que saben moverse en tiempos cambiantes. También está la diversidad geográfica gracias a la globalización de las propias empresas.
Todo ello, toda esa suma, implica innovación, creatividad, estímulos, nuevas ideas, desde distintos puntos de vista. Por lo tanto, esa variable debe ser sumada en positivo a la necesidad de alinear todo ese equipo diverso.
La mejor opción es disponer de una única visión. Esa debe ser común para todos los equipos de la organización. Los directivos de cada área deben creer en esa única visión. Cualquier mensaje distinto en un equipo puede distorsionar la alineación de ese equipo y del resto.
A partir de esa visión única, deben existir unos objetivos comunes y unos específicos para cada equipo. Si el objetivo común es aumentar las ventas, cada equipo debe tener objetivos específicos para afectar a ese objetivo común. También cada equipo puede disponer de objetivos concretos no vinculados con los comunes.
En todo caso, debe haber un procedimiento, un proceso, común de ejecución, con el que fluya la cadena de valor y la interrelación de los equipos. Cada equipo, a su vez, puede tener su proceso propio que esté alineado también con el resto.
A partir de aquí, entran en juego los elementos básicos para gestionar el emocional de las personas del equipo. Cada uno sabe su rol. El valor está en que sientan ese rol como suyo, y que no lo subestime en relación con el resto de roles. Por ello, cabe comunicarse constantemente con el equipo, dar apoyo y potenciar las relaciones entre ellos, y con los otros equipos.
A fin de cuentas, con equipos alineados el beneficio será siempre positivo. Se ejecuta mejor, hay más compromiso, más colaboración y, sobretodo, hay mucha más retención de talento. Esto último es clave en estos momentos.