La generación Z, con ahora entre 23 y 26 años, se mueven en el mundo de una forma ágil y capaz de absorber conocimiento y mejorarlo. Tienen más iniciativa y menos autocensura.
De hecho, son nativos digitales que han convivido con el exceso de información. Son capaces de dominar las herramientas digitales y acceder al instante a la información deseada. De todos modos, siempre hay esa amenaza de la capacidad de saber discernir entre la información veraz o la falseada.
Son también inclusivos, y con una elevada conciencia social y medioambiental. Priorizan aquellas organizaciones que se alinean con sus valores. Ante el entorno flexible, y cambiante, tienen una mentalidad más emprendedora. Nadie asegura nada, con lo que emprender por cuenta propia es para ellos un salvavidas. Quieren colaborar, interconectarse, aprender continuamente y poder dedicarse al trabajo, pero también a ellos mismos.
Está claro, entonces, que es necesario saber gestionar correctamente y con transparencia a ese grupo que cada vez más se integrará en las organizaciones, si no activan su propia empresa antes.
Lo primero de todo es disponer de la tecnología adecuada. Toda empresa que disponga de herramientas que agilicen la producción, de forma usable y efectiva, tienen mucho ganado para activar la integración de la generación Z.
Esas herramientas pueden ser la perfecta excusa para potenciar un entorno de trabajo flexible e integrador. Las políticas con acuerdos de trabajo flexibles basados en resultados, con la opción de trabajar fuera de la oficina, son una buena receta para ese tipo de trabajadores. Ya hay empresas en España que han aplicado el trabajar cuatro días a la semana.
También es importante establecer procesos de trabajo multidisciplinares. La colaboración entre personas con distintas especializaciones en un mismo proyecto es una forma de acción que concuerda con la mentalidad de la Generación Z. Son personas expertas en un tema, pero a su vez capaces de entender y conocer otras especialidades. Su capacidad colaborativa genera entonces equipos de alto rendimiento.
Esa multidisciplinariedad también impone formatos de toma de decisión ágil. Los responsables de esos grupos de personas deben saber, como ellos, adaptarse a los cambios. Es por ello que una descentralización en la toma de decisiones puede contribuir también a esa agilidad demandada.
La gestión del conocimiento para la generación Z tiene un punto novedoso. Con la diversidad de canales de información que maneja esa generación, hay un conocimiento tácito que se puede escapar a la organización. Es muy recomendable activar las nuevas herramientas de las redes sociales para generar comunicación interna de conocimiento tácito. Además, es necesario saber captar ese conocimiento cuando esa generación lo comunica fuera del trabajo. La escucha activa cobra gran valor ahora.
Así, vinculado con ello, además de fomentar el aprendizaje continuo es necesario integrar el concepto de aprendizaje social. Este modelo es capaz de facilitar el aprendizaje de experiencias y conocimientos de los otros. Si antes era una forma de ‘team building’, ahora esas acciones son ya una forma de potenciar mejor la productividad.
Ciertamente, la generación Z no es el cien por cien de una organización. Hay otras generaciones anteriores que están consolidadas y que ocupan un buen grueso de la empresa. Pero es importante no taponar a los que vienen. Perder a ese nuevo talento puede ser demasiado caro a medio plazo.