Todo negocio necesita, antes de salir al mercado, conocer el terreno, tocar la realidad. Este hecho debe ser aplicado también cuando el negocio está ya en funcionamiento. Ello aplica a su vez a los proyectos y objetivos marcados por las unidades de la organización. Es por ello que la gestión directiva debe ir acompañada de la participación de alguna forma en el proceso productivo.
En el ámbito de la gestión, el trabajo reside en, por un lado, definir objetivos y acompañar y potenciar a los equipos para conseguirlos. Por otro lado, en esa definición de objetivos se debe haber concretado la alineación con las otras unidades directivas.
Por lo tanto, otra labor de la gestión directiva está en ayudar a conjuntarse con el resto de direcciones bajo un camino uniforme de toda la organización. Ese camino, se entiende, ha sido trabajado colaborativamente por todo el equipo directivo.
En esa labor doble de contacto con el equipo y con la dirección, el peligro está en concentrar todo el tiempo en hacer funcionar la máquina y no disponer de datos sobre cómo se ejecutan los objetivos. Es evidente que puede haber reportes de los equipos sobre cómo anda el negocio. Aun así, siempre hay aspectos que pueden perderse si no se, como decíamos, baja al terreno.
Aquí es cuando la gestión directiva debe incorporar elementos de producción. Participar en los procesos productivos significa entrar en los recovecos del proyecto, acompañar a quien lidera del proyecto. Es interesante la diferenciación entre el ‘sponsor del proyecto’ y el ‘gestor del proyecto’. Un directivo que participa en el proceso productivo lo puede hacer como ‘sponsor del producto’. Lo óptimo es hacerlo en proyectos estratégicos y en algún proyecto ordinario, para así conocer todos los ámbitos.
Las funciones como ‘sponsor del proyecto’ son las de participar en las reuniones de lanzamiento del proyecto con el cliente o proveedores, directamente en las primeras implementaciones y, cuando el proyecto ya arranca, en las reuniones de seguimiento del propio proyecto con los actores participantes. A su vez, esa esponsorización permite también desbloquear de forma más rápida problemas críticos.
Los beneficios de la participación directiva en la producción recaen sobre todo en la capacidad que se adquiere para conocer los procesos para la toma de decisiones. Disponer de información directa, participar directamente en la resolución de problemas, da cuenta de patrones que sirven para decidir acciones más a largo plazo.
También permite conocer la interrelación operativa con el resto de departamentos. Una cosa es hablar con las otras direcciones. Otra es ver directamente los temas que fluyen o que atascan el proceso cuando distintos departamentos participan en el mismo. Ello, también, facilita las valoraciones para tomar decisiones.
Y, finalmente pero clave, estar en los procesos productivos permite conocer directamente al cliente. Este deja de ser un ente teórico, un modelo predefinido, a ser una persona real con comportamientos visibles y básicos para saber cómo corregir la oferta.