Cada vez aumentan más las inversiones de las empresas en tecnología. El crecimiento exponencial de las soluciones ya se ha incorporado en el debe. El tema está en cómo se afronta esta estrategia para la gestión del cambio.
En un reciente artículo de Deloitte se indica que la media de inversión en tecnología en las empresas ha pasado de un 4,2% en 2022 de los ingresos a representar un 5,8% de los ingresos en 2024. Demuestra que el panorama empresarial actual está marcado por una rápida aceleración en la inversión tecnológica. Esta aceleración se ha consolidado por la necesidad de adaptación a un entorno en constante cambio.
Hay varias razones que justifican dicho aumento de los presupuestos. En primer lugar, la digitalización ya no es una alternativa. Es una obligación. Es un factor clave para mejorar la eficiencia, optimizar procesos y aumentar la productividad. Las empresas han descubierto que una mayor inversión en tecnología no solo permite reducir costes de procesos a largo plazo, sino también facilitar el acceso a mercados para mejorar resultados.
En segundo lugar, el cliente actual es más digital y exigente. Las empresas están respondiendo a la necesidad de ofrecer experiencias más personalizadas y ágiles, lo que requiere una infraestructura tecnológica fuerte. Herramientas como la inteligencia artificial (IA) y el big data son fundamentales para comprender mejor al cliente
Por último, el aumento de la ciberseguridad es otro factor determinante. Con el crecimiento exponencial de los datos y la digitalización de los procesos, las empresas se enfrentan a un riesgo creciente de ciberataques. Invertir en seguridad tecnológica es imprescindible para proteger tanto los activos propios como la confianza de los clientes.
Por lo tanto, la estrategia de inversión entra ya en toda la cadena de valor. La automatización en la captación y análisis de datos se aplica ya, además de en procesos, tanto en la generación de estrategia como en la de trato con proveedores, y servicio de atención y retención del cliente. Aquí implica inversión en procesos de Inteligencia Artificial. Este es un nuevo driver que ha aparecido.
También debemos considerar la inversión en la nube. Migrar los servicios a la nube permite ser más ágiles, incorporar trabajo colaborativo, y reducir los costes de la infraestructura física.
En este contexto, una de las claves es la adaptación al cambio en toda la plantilla. El avance tecnológico solo es eficaz si las personas detrás de estos sistemas tienen las habilidades necesarias para aprovecharlo. La principal acción a desarrollar es la formación continua que preparen a los equipos para trabajar con nuevas herramientas digitales.
Esta formación incorpora capacitaciones para el uso de las herramientas, y también la incorporación de metodologías ágiles para adaptarse más rápido a los cambios. Se ha demostrado que ello tiene más efecto en las empresas que ya han redefinido sus estructuras de forma más horizontal.
Es también interesante tener en cuenta que, para agilizar el cambio, es muy útil aproximarse a empresas que ya tienen un recorrido más largo en la integración de tecnología. Las alianzas con esos ‘partners’ permiten aprovechar conocimiento especializado y acelerar la transformación.
De ahora en adelante deberemos estar atentos a todo lo que permitirán las tecnologías emergentes que refuercen las que ya se han incorporado. El 5G, la realidad aumentada y la virtual coinciden en los distintos estudios en ser las nuevas inversiones clave.