La épica en el liderazgo

miércoles 17 de febrero del 2021
Épica y racionalidad. En momentos de cambio, de transición en las organizaciones, puede ser necesario un liderazgo épico que implique a todo el colectivo. Es necesario combinarlo con la racionalidad para bajar al terreno los objetivos definidos.


El liderazgo épico es aquel que piensa en grande, convence emocionalmente a la organización, y toma decisiones rápidas para aplacar cualquier movimiento en falso que pueda, liquidar la estrategia a corto plazo. Es precisamente ese corto plazo la característica básica del liderazgo épico. En cualquier momento debe aparecer la racionalidad para hacer sostenible el camino de la organización hacia el cambio.

 

La épica es necesaria en momentos en los que cabe convulsionar a la organización para devolver la credibilidad interna ante las capacidades de los equipos. Es allí cuando aparecen los liderazgos que creen en los equipos, que les convencen para que crean en ellos mismos. Ello implica realizar afirmaciones arriesgadas en los discursos, por incorporar promesas a largo plazo que pueden no conseguir ser cumplidas.

 

Pero, normalmente, dichos liderazgos superan ese riesgo con una empatía extrema hacia los equipos, y con alternativas más factibles a corto plazo que puedan suplir a las promesas incumplidas. Otra vez aparece el cortoplacismo en esa tipología de liderazgo.

 

En el momento en que empieza a recuperarse la normalidad después de la transición en el cambio, es cuando cabe incorporar la racionalidad en el liderazgo. Y, con gran capacidad de mutación, esos líderes épicos son capaces de rebajar el tono e incorporar estrategias factibles y asequibles. Es cuando se rodean de personas con la capacidad para definir y aplicar dichas estrategias.

 

Es interesante aquí exponer otras tipologías de liderazgo cuando ya se ha asentado la normalidad en la organización. Hay muchísima literatura sobre ello. En base a todo lo que se indica, podemos concretar en que hay cinco tipologías de liderazgo.

 

Está el liderazgo transaccional. Es aquél en el que el líder potencia el premio o la penalización a los miembros del grupo ante los objetivos marcados. Se gestiona a las personas en base a transacciones. Sirve para acciones de corto plazo.

 

El segundo es el liderazgo situacional. Cuando hay cierta ambigüedad, es importante que el liderazgo sepa leer la situación y adaptarse para mover a los grupos. El tercero es el liderazgo autocrático. Se basa en el control individualizado, en base a ideas y premisas propias, sin facilitar la participación del grupo. En momentos de riesgo puede ser necesario para asumir responsabilidades y, eso sí, errores.

 

El cuarto es el liderazgo de ‘dejar hacer’, que interviene poco y deja caminar a los equipos con solamente guías de acción. Tiene el riesgo de que se pierda credibilidad. Finalmente está el liderazgo participativo. Aquí se captan siempre inputs de los trabajadores en la mayoría de toma de decisiones. En organizaciones muy ágiles y que necesitan adaptarse rápido al mercado, es una opción muy adecuada por la necesidad de conocer muy bien las demandas del usuario final.

 

Volviendo al inicio, la épica en el liderazgo debe saberse aplicar. Es necesaria y útil. La racionalidad debe aparecer cuando termina la transición hacia nuevos caminos.