Las empresas remotas

jueves 9 de julio del 2020
Empresas totalmente en remoto. Con una oficina de representación o, según en qué caso, sin espacio físico alguno. Existen y algunas de ellas con un mucho personal, mucha facturación y, por lo tanto, mucho negocio. Son el extremo, pero sirven de referencia para lo que puede llegar.


Hay empresas que desde que nacieron han pensado siempre en remoto. Todo el trabajo se realiza virtualmente. Están principalmente vinculadas al ámbito digital y, sobre todo, de servicios mediante plataformas de software. No son de reciente creación. Es decir, antes del boom de la virtualidad laboral obligada, ya había líderes que sabían que esto era un formato excelente para producir.

De hecho, existe una página centrada solamente en este tipo de empresas: weworkremotely.com. Es interesante ver el Top100 que publican cada año de empresas que trabajan en remoto. Clevertech la primera -software de digitalización de procesos-, Toptal la segunda -plataforma de desarrolladores de software- y TaxJar la tercera -plataforma de pago de impuestos-. Simplemente, ratificar, porque la lista sigue en la misma línea, que las empresas en remoto son principalmente aquellas que desarrollan productos y servicios digitales.

El tema está, sobre todo, en cómo se debe gestionar a los equipos para que sigan su productividad. Dicha gestión empieza, sobretodo, en la propia contratación. Es decir, alguien que trabaja en una empresa totalmente virtual debe estar plenamente comprometido con el proyecto. Y aquí radica el segundo punto importante: el trabajo en proyectos. Virtualmente, el concepto del control por horas desaparece. Lo que se desarrolla es el trabajo por objetivos en proyectos asignados. Personas comprometidas y que sepan trabajar por proyectos.

El segundo punto son las propias herramientas. Es básico disponer de todos los dispositivos necesarios para poder desarrollar el trabajo en remoto. Ello implica aspectos más allá de la comunicación interpersonal. Supone también lo vinculado a las herramientas de flujo de procesos. Ello es algo que ya se aplica a las empresas no remotas. En estas últimas es más importante aún tenerlas bien estructuradas para facilitar el trabajo.

Ante estas herramientas, en el sustrato se debe aplicar la transparencia. El hecho de no disponer de un equipo visible de forma presencial, la transparencia toma más importancia para facilitar la credibilidad de la empresa, y la confianza y unidad del equipo. En este sentido, es mucho más transparente en esas circunstancias utilizar canales de comunicación directos online hacia todo el equipo que correos electrónicos unidireccionales. Lo mismo para realizar comunicaciones de posicionamiento estratégico o de desarrollo de nuevas acciones desde la dirección.

En definitiva, todo ello apunta hacia equipos organizados de forma autónoma, con jerarquías establecidas pero flexibles, con unas reglas de juego predefinidas muy claras y que movilicen hacia la colaboración mediante herramientas digitales adecuadas y efectivas.

Y, todo esto que hemos comentado, ¿es nuevo? Para nada. El Covid-19 posiblemente lo ha acentuado, pero no es para nada nuevo. En 2019 ya se decían cosas que ahora parecen grandes titulares novedosos. Según un informe de Buffer.com, en 2019 se decía que el trabajo en remoto no es una tendencia, sino que está para quedarse.

En ese momento casi el 100% de los entrevistados decían que como mínimo una vez por semana querían quedarse a trabajar en casa. Que la flexibilidad horaria era lo que más valoraban. Que debían disciplinarse para, curiosamente, conseguir desconectar del trabajo. Y que, las empresas, sabían que debían empezar a equilibrar el trabajo en remoto con el trabajo en la oficina para sus trabajadores.

Ahora es el momento para activar lo que es una tendencia para quedarse. Y, sobre todo, activarla con conocimiento de causa que bien gestionada puede ser perfectamente efectiva.