Sostenibilidad en 2022

miércoles 19 de enero del 2022
2022 se vislumbra como el año en el que se concretarán acciones de sostenibilidad a partir del compromiso político, administrativo y de las propias organizaciones. El desarrollo de la normativa europea para una Europa Verde y un continente neutro de emisiones es el primer paso. En el mundo hay también la tendencia a entender que sin sostenibilidad es complejo avanzar.


Hace un año escribíamos, al iniciar 2021, sobre la priorización de la sostenibilidad en las organizaciones. Lo centrábamos sobretodo en un contexto político en el que la Unión Europea (UE) lo había «ratificado con el Pacto Verde europeo, la hoja de ruta para una economía competitiva con la protección del medio ambiente como emblema principal».

Desde nuestro portal también hemos referenciado a la Ley de Cambio Climático y Transición Energética de mayo de 2021. Además de un Ministerio específico en este ámbito, muchas corporaciones han incorporado ya un departamento o unidad de transición energética o de transición ambiental.

Hay, por lo tanto, un compromiso tangible en la necesidad de definir estrategias, planificarlas y actuar para ellas. Se puede concretar también en modelos de interrelación entre las mismas organizaciones, para optimizar objetivos.

Ciertamente, la reciente Cumbre Climática ha dejado lagunas para la unidad de acción global. Este es un capítulo que tarde o temprano deberá abordarse. La pandemia, con sus más y sus menos, ha demostrado que una acción conjunta es extremadamente efectiva. El clima y su cambio es global. Solamente cabe ver cómo el tsunami ocurrido en Tonga esta tercera semana de enero ha provocado el crecimiento de 50 centímetros de mar en la costa mediterránea.

Si volvemos a la UE, en 2022 se cerrarán normativas y entrarán ya en vigor otras que harán que las empresas deban incidir de forma definitiva en sus acciones de sostenibilidad. Por ejemplo, está la medición de las actividades realmente sostenibles. En qué proporción se aplican.

Así, a partir de 2023, las grandes empresas con sede en la UE y las empresas que cotizan en bolsa en la UE deberán medir y revelar el porcentaje de sus actividades que se califican como ambientalmente sostenibles en las categorías definidas por la UE. Estas normas se aplican de una forma u otra según el sector empresarial. Hay una diferenciación entre el no financiero y los sectores que gestionan activos y las entidades de crédito.

En todo este entorno es importante remarcar que ya no vale formular relatos que después se quedan en eso, relatos de sostenibilidad. Otra vez, en este mismo Boletín hemos referenciado un interesante artículo que habla de cómo combatir el ODSWashing. Hace referencia al fenómeno comunicativo en el que los logos y colores de la imagen de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas aparecen en las campañas de marketing de las empresas, o en las solapas de sus representantes. Esos ODS pueden limpiar la imagen en primera instancia. Después, todo es más complicado si no hay un fundamento que lo sustente. Si, además, se integran ya normativas como la citada de la UE, el castillo de naipes cae por sí solo.

La sostenibilidad es, finalmente, algo ya asentado y con compromiso. 2022 es el año de su despegue.