Sebastián Puig Soler ofrecerá su visión de la estrategia a seguir en estos momentos tan complejos.
Nos hallamos al cabo el verano de 2021, en el que tantos políticas y analistas tienen puestas sus esperanzas. La extensión de la vacunación nos permitirá recuperar la movilidad y retomar una actividad económica terriblemente dañada tras más de una año de pandemia. Por su parte, el proceso de asignación y distribución de los fondos europeos, aunque lento, sigue su curso y la confianza, por fin, parece que puede empezar a remontar. No obstante, el mayor error que podemos cometer en esta transición es regresar a los lugares comunes donde los actores políticos, económicos y sociales operaban a finales de 2019. Ni la volatilidad ni la incertidumbre van a desaparecer. Tampoco lo harán muchas de las tendencias aceleradas o iniciadas por la COVID-19, y ello exige nuevas formas de gestionar y decidir, que implican, por una parte, mayor rapidez, creatividad y asunción de riesgos, y por otra, renunciar al cortoplacismo predominante. Se trata, aunque parezca una contradicción, de gestionar a la vez lo urgente y lo importante. ¿Estamos en el buen camino?