Hoy en día, las revoluciones tecnológicas y digitales transforman de manera drástica y abrupta casi todas las facetas de nuestra vida, y cambian la forma de hacer las cosas, de producir y, también, de consumir. Es la llamada disrupción.
La economía disruptiva implica una categórica remodelación de las viejas categorías financieras, los activos y los pasivos, la manera de concebir los ingresos, la idea de lo que son los gastos y la forma de obtener excedentes. En resumen: la nueva economía transforma de arriba abajo los balances y las cuentas de resultados, lo cual nos obliga a ponernos al día, a conocer los rasgos sectoriales y los diferentes estilos de negocio y a ser conscientes de todas las evoluciones económicas.