La estrategia de una empresa para los nacidos en los 60 del siglo XXI debe ser muy diferente a la de los nacidos en los 90 de ese mismo siglo. Las organizaciones se enfrentan al desafío de diseñar formatos para aproximarse al mercado que sean convincentes para los consumidores más jóvenes.
Esa generación tienen unas exigencias y unos criterios de adquisición muy distintos. Disponen de elevadas herramientas comparativas. Sus recursos suelen ser limitados, pero quieren adquirir lo que sea de su interés en cualquier momento. Y desean que sea algo con la credibilidad suficiente en consonancia con sus propios valores.
La autenticidad es un primer paso para una estrategia enfocada a ese público. Un relato de marca auténtico supone integrar la transparencia en el mensaje. Los jóvenes quieren que la oferta integre unos valores coherentes con el entorno actual: protegido y sostenible.
El compromiso de la empresa con la sostenibilidad es uno de los ‘debe’ esenciales en la estrategia. Las nuevas generaciones creen más en aquellas empresas que incorporan prácticas sostenibles. La responsabilidad social ambiental es una exigencia. La sostenibilidad debe estar en la cadena de valor, y se debe explicar claramente al mercado.
Otro pilar de la estrategia es el contexto digital. Las nuevas generaciones están digitalizadas. Para ellos, la autenticidad es híbrida: lo local se junta a lo global. Para lo global hace falta lo digital. De este modo, las empresas deben vincular sus mensajes y sus servicios al entorno digital. UN marketing digital robusto es tan importante como una estrategia post-venta en la que la comunicación digital sea parte del servicio.
A partir de aquí, aparecen otros elementos que deben considerarse para una estrategia encarada a captar a las nuevas generaciones. La experiencia de cliente es una de ellos. Los nuevos consumidores quieren más que el producto adquirido. Compran la experiencia que hay detrás de él. De hecho, muchas veces el producto o servicio es una herramienta para activar una experiencia única que sea poco extrapolable para otros usuarios.
Otro elemento es el valor de la innovación incremental en los productos. El tenerlo todo ahora y aquí supone que el consumidor debe ver también cambios de mejora en poco tiempo en su producto. En este sentido, toda venta para las nuevas generaciones debe incorporar opciones fáciles de ‘upgrades’ del producto. Esas mejoras incrementales permiten, en definitiva, mantener la fidelidad y la recurrencia del cliente.
Porque, diseñar estrategias para el mercado de las nuevas generaciones supone pensar en cambios constantes. Una conexión sólida con ese público se basa en ciclos cortos que den continuidad a las relaciones a largo plazo.